Y busco la punta,
la madeja se mezcló,
Las Moiras* caprichosas,
riendo fuerte,
enredaron las hebras.
Inútil ir contra el destino
Que ya escribió con hilos
dorados, rojos, cobre...
nuestro encuentro.
El universo entero conspira
para que te conozca
y yo,
sólo, por esta vez,
me dejo llevar a tus brazos.
la madeja se mezcló,
Las Moiras* caprichosas,
riendo fuerte,
enredaron las hebras.
Inútil ir contra el destino
Que ya escribió con hilos
dorados, rojos, cobre...
nuestro encuentro.
El universo entero conspira
para que te conozca
y yo,
sólo, por esta vez,
me dejo llevar a tus brazos.
*En la
mitología griega, las Moiras (griego antiguo, Moipai, “repartidoras”) eran las
personificaciones del destino. Sus equivalentes en la mitología romana eran las
Parcas o Fata. Vesticas con túnicas blancas, su número se terminó fijando en
tres. Controlaban el metafórico hilo de la vida de cada mortal desde el
nacimiento hasta la muerte.
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